lunes, 25 de febrero de 2013

"Lucero del alba"

                                     
       Maniatada y medio perdida, la princesa deambulaba por el salón del palacio. Rota de dolor y con sangre por todo su cuerpo. Nadie la podía escuchar, pues su boca, cual si fuera un libro, había sido cocida con hilo. Nadie acudió en su auxilio; nadie tendió una mano a su maltrecho cuerpo, cuando tras tropezar con, Dios sabe qué, cayó contra el suelo duro y helado. ¿Y qué hubiesen podido hacer? si ya su alma no estaba allí. 
      Acercándose resonaron pasos firmes, seguros... No tenía prisa solo ansia...ansia de seguir y terminar el trabajo que hacía rato debería haber acabado en la otra esquina del palacio.
      La princesa no se levantó, ni tan siquiera intentó moverse. Ya todo estaba perdido, ya no había salida, ni sentido a una huida; apenas le quedaba aliento, ni fuerzas para respirar.
       Los pasos eran cada vez más lentos y cercanos y tras unas pocas zancadas más, él ya estaba allí. Quieto ante aquel cuerpo medio muerto, pensando el asco que le daba verla llena de sangre. Pensando lo repugnante que era verla con la boca medio torcida, de intentar gritar tras las puntadas de hilo. Más parecía un animal después de ser cazado por los lobos: medio destrozada y a punto de que le dieran el zarpazo final. Del asco pasó al odio; del odio a la lástima y de la lástima a la apatía. Ya estaba harto de aquella macabra venganza de enamorado; ya nada tenía sentido; ya todo estaba perdido y sin poder dar marcha atrás. Solo quería desaparecer y olvidarse de todo...de ella. 
        Aturdida y sin fuerzas para moverse, sintió como él se paraba ante ella y pasaba de tener una respiración agitada a solo escuchar el vacío de la estancia. Pero él seguía allí, quieto, estático, sin hacer ruido...Su corazón acelerado hasta hacía unos segundos, se comenzó a ralentizar. Su cuerpo ya no sentía el frío del piso, ni tan siquiera sentía dolor en su cuerpo magullado por los golpes. Solo estaba...solo esperaba.
      Él levantó el lucero, cerró los ojos y cogió aire...
      Ella abrió sus párpados, lo miró a través de la cortina de sangre que tenía en sus ojos y volvió a cerrarlos." Lo siento" -pensó. Sintió una punzada en su cabeza y el crujir de huesos...y seguido, la nada.
    Él volvió a soltar el aire y sin abrir los ojos giró sobre si mismo y comenzó a caminar. ¿Para que mirar aquello?¿ Para qué recrearse en tal atrocidad? Ya todo  había acabado, ya no había dolor, ni rabia...solo había silencio y el sonido sordo que queda en una estancia donde no hay vida, donde no hay... nada.
     
      En el salón del trono, sentado, mirando hacia la nada, el rey quería olvidar que su amor con aromas de verano, ya no le amaba. Su princesa ya no le deseaba...Ella ahora amaba, al que había sido la excusa perfecta para traerla al castillo.¿Y qué podía hacer él contra aquello?¿qué podía hacer si su princesa amaba a su príncipe? Callar... y esperar a que el frío invierno terminara de consumir su alma, ya marchita, hacía muchas primaveras.
     De repente...algo cae al suelo; algo pesado y metálico y lo saca del trance. Luego...un grito; un alarido de dolor... de una madre, que acaba de encontrar a su único hijo ahorcado en su alcoba.