"Un pañuelo cerca de tu boca
me dice que estas llorando.
Tus ojos ya me lo confirman
y tus manos están temblando.
¡Dime ya lo que sea;
dime lo que estas ocultando!.
Ya nada es un secreto,
ni el más mínimo detalle.
De tu boca salió la historia
y mis pies ya pisan la calle".
Corro como una loca,
sin pensar ni ver a nadie.
A lo lejos veo las luces
y desde aquí se oyen sirenas.
Ni pienso, ni siento nada,
solo me tiemblan las piernas.
Camino sin saber a donde
y me detengo ante una cuerda.
El hombre de negro me mira
y yo no le digo nada.
Se acerca con cautela;
me siento anestesiada.
Me pregunta si conozco a alguien
y le miro paralizada.
Me ayuda a cruzar la cuerda;
no deja de acompañarme.
Me habla con dulzura
y siento que intenta consolarme;
ya mi mundo se muere,
me siento muy cobarde.
Allí junto a la acera,
tumbado bajo una sábana,
un cuerpo yace inerte
y no es mi persona amada.
A su lado, otro cuerpo se encuentra,
pero ya no veo nada.
Retiran la sábana con cuidado;
mi corazón se acelera
y mis músculos se tensan.
Ya falta poco, ya el fin se acerca.
Descubren de todo sus restos
y mis ojos se inundan de tristeza.
Cierro fuerte mis ojos,
mi mandíbula se prensa;
no siento dolor alguno,
mi cabeza me da vueltas.
Deseo que pase el sueño
y encontrarme ya despierta.
Abro mis ojos al fin
y veo con sorpresa
que a mi lado me sonríe
la boca más perfecta.
Sus ojos me miran alegres
y su beso me despierta.
"¡Él está a salvo!
¡Me había confundido!
¡Ya dejen de decir lo siento!
¿No veis que no lo he perdido?"
Me miran como a una loca...
No entienden lo que les digo.
"Vamos a casa mi vida;
volvamos con nuestro hijo.
Salgamos de tanto llanto y
y olvidemos este lío".
Su mano mano coge mi mano,
sus labios besan los míos.
MagdaC.
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